Como todas las mañanas Don
Manuel Eleazer CHAMORRO ALCOCER (54) acostumbraba a preparar el desayuno a su
octogenaria madre, sin imaginar que al ingresar a su dormitorio se toparía con
una escalofriante escena de sangre y dolor.
“El cuerpo sin vida yacía
tendido en la cama de costado, manchas de sangre en las sabanas y la punta de
la frazada estaba dentro de la boca de la octogenaria” dijo un detective.
La noticia corrió como
reguero de pólvora por todo el apacible pueblo oyonense de la trágica muerte de
Nolasca ALCOCER CALERO (85) causando dolor y consternación por el brutal
asesinato.
NO HAY CRIMEN PERFECTO
Los curtidos detectives
acopiaron todo indicio y en la escena hallaron una prenda del asesino, y al ser
corroborada por testigos, estos refirieron conocer al sospechoso, quien hasta
ese momento se sospechaba que había dejado el pueblo de Oyón.
“La gorra con manchas de
sangre fue pieza clave para desentrañar horrendo asesinato y es ahí que
hilvanamos el hilo de la madeja hasta capturar al asesino, amigo Sonámbulo” no
relató un viejo detective de la Ex PIP.
Fue así que se montó un
operativo encubiertos en la entrada y salida de Oyón, lográndose divisar al
sospechoso identificado como Eli Rubén CHAMORRO BUSTAMANTE (a) “Mounstro
Topoyiyo” siendo derivado a la comisaria.
Sentado sobre una silla y
rodeado de los agentes de investigaciones, “topoyiyo” no tuvo otra salida que
confesar con total frialdad su abominable crimen cometido a su propia tía, de
quien se ganó la confianza con el único propósito de cometer salvaje ataque.
“Jefecito, voy hablar todo.
Aproveche que estaba dormida, y ahí fue donde abuse reiteradas veces. Se me
metió el diablo en la cabeza” sic.
Luego señaló que al
despertar su tía abuela, lo reconoció y gritaba. “La estrangule con mis propias
manos para evitar que haga bulla. Luego con una botella la golpee en la cabeza”
dijo sin remordimiento alguno ante la mirada asombrada de los detectives.
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