“Me siento en casa en nuestra embajada aquí en Cuba”, indicó el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, quien fue el encargado de izar la bandera de barras y estrellas en la embajada de Estados Unidos en Cuba después de 54 años.
“No hay nada que temer, serán muchos los beneficios de los que gozaremos cuando permitamos a nuestros ciudadanos conocerse mejor, visitarse con más frecuencia, realizar negocios en forma habitual, intercambiar ideas y aprender los unos de los otros”, sostuvo.
Durante su discurso, Kerry dijo que es “verdaderamente una ocasión memorable” y “un día para dejar a un lado viejas barreras y explorar nuevas posibilidades”.
“Estamos aquí porque nuestros líderes tomaron una valiente decisión: dejar de ser prisioneros de la Historia”, aseguró.
Kerry sabe que está haciendo historia: hace 70 años que un secretario de Estado no pisa suelo cubano. Es una visita relámpago: unas 10 horas, pero cargadas de simbolismo. Acompañado por una reducida comitiva de 20 funcionarios, no pasará la noche, sino que al atardecer estará de regreso en Washington D.C.
Antes de llegar, el secretario de Estado había prometido que se daría tiempo para “pasear por La Habana Vieja” y “saludar” a todo aquel que se acercara. Cientos de vecinos esperaron al funcionario en el Malecón y en las inmediaciones de la flamante sede diplomática.
La autoridad más importante del gobierno de Raúl Castro que asiste a la ceremonia es Josefina Vidal, la experimentada diplomática que encabezó las negociaciones con la estadounidense Roberta Jacobson.
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